¿grabar o no grabar las entrevistas? Éste año cuando empecé a a hacer las entrevistas para el semanario me propuse no grabarlas. Y excepto las últimas tres o cuatro ha sido así.Son experiencias muy distintas. En lo particular prefiero no grabar, pero en ocasiones es necesario o hubiese quedado mejor si lo hubiese hecho. Otras veces desgrabar es un verdadero suplicio pero es útil para terminar el texto. Como siempre tomo apuntes, se antes de que termine la entrevista por dónde van a ir los tiros: las expresiones que me van a servir para titular, los detalles que quiero destacar en el personaje y con suerte con cual respuesta voy a cerrar la entrevista.Las entrevistas no grabadas son mejores si uno tiene bien preparada la entrevista (que debería ser siempre pero no es así) en cambio el grabador es usualmente útil para rellenar.
Argumentos para no grabar hay muchos.Para empezar que buena parte de los mejores periodistas del mundo no graba sus entrevistas.Hay algunos como García Marquez que consideran-palabras más o menos- que la grabadora ha echado a perder el periodismo. Algo similar sino falla mi memoria dice Tomás Ely Martínez. Y creo que ni Kapucinsky ni Alma Guillermo Prieto graban a quienes entrevistan para sus reportajes. El grabador, dice el Gabo, deja por fuera muchas cosas. El grabador no siente lo que el reportero ve y percibe que puede estar detrás de unas palabras.
A todo esto hay que añadirle la constatación cotidiana cuando uno hace diarismo que salvo para tener de resplado las declaraciones de un político o para rellenar cuando estos no dicen nada, la grabadora lo que sirve es para hacer más engorroso el trabajo. Pero hablabamos de la entrevista como genero. No como herramienta. Este tipo de entrevistas como bien apunta Miguel Angel Bastenier son una construcción de principio a fin. Uno nunca coloca (o casi nunca) literalmente lo que el entrevistado dijo, a veces nisiquiera lo que a éste se le preguntó. En ocasiones uno une respuestas, elimina repreguntas o parafrasea porque ponerlo literal sería muy extenso.
A lo mejor alguien lee esto y pega un grito en el cielo. PEro es verdad en primer lugar por algo muy simple y es que el lenguaje oral y el escrito son muy distintos. La otra razón es porque las entrevistas tienen desde un principio una orientación un sentido. Las mias, las que hago para el semnanario pretenden generalmente describir más a los personajes que a sus palabras. Sus palabras me sirven en la medida que los reflejan.
En esto de la edición de las entrevistas yo me llevé mi primer sustico cuando entrevisté al Comandante Ariel de las FARC y luego me tocó editar las preguntas y respuestas que le hiciera en las dos páginas que me dieron para publicarla. Cuando mi jefe de redacción me dijo las preguntas están muy largas cortalas...yo me decía pero es que si las corto puede cambar el sentido y si quito esto de su respuesta va a faltar explicación. Pero había que hacerlo. Y lo hice. Y no paso nada.La entrevista recogía el espiritu de la conversación y eso es lo importante. Esa entrevista desde luego la grabé. Así como grabé la reicente que le hice a Teodoro Petkoff. Y la primera ez que me di cuenta de la importancia de tomar apuntes fue por el año 93 cuando entrevisté al grupo de rock Agata.Aquella entrevista nunca se grabó y tuve que repetirla. El lado bueno fue que eso permitió ver de nuevo a JZ por quien entonces yo estaba babeado. Aunque entonces me parecía que ella era mucho mayor que yo. Con los años ya no me pareció tanto. PEro hablbamos de entrevistas.
La entrevista a Nani Montero no la grabé pero quedé bien a gusto con ella Aunque confieso que se me escapó alguna expresión que hubiese estado genial ponerla más textual. PEro por ejemplo la de Enrique Henriquez si que la grabé y estoy seguro que es lo mejor que puede haber hecho. porque me entusiasmaba con la conversación y dejaba de apuntar.
En este experimento que he hecho en los últimos meses aun no llego a ninguna conclusión. Diria que prefiero no grabar pero puede llegar a ser tremandamente útil. También es cierto que hay entrevistados que al ver la grabadora se asustan, cambian y de paso le hablan al grabador en vez de a uno. Eso es fatal y en esos casos el grabador entorpece aunque a veces pueda servir de respaldo.
Un cuento. Me pasó a mi el 13 de abril de 2002. Estaba dentro de miraflores. En la salita que queda al lado del consejo de ministros dónde hay unos muebles y un televisor con DIrectv. Era ya de noche. Y el gobierno de Chávez ya recueraba el poder.Una chica como de mi edad a la que había visto caminar de aquí para allá armada compartía conmigo un sandwich de los que habían quedado por allí de Carmona el breve.Ella me empieza a contar lo cansada que está, los días que lleva sin dormir y yo cometí el peor error de mi vida:saqué el grabador.Ella me dio el sanduche, se paró y se fue. Con ella lo que podría haber sido el cuento de mi vida.
Desde entonces tengo todo tipo de dudas con los granadores.
Argumentos para no grabar hay muchos.Para empezar que buena parte de los mejores periodistas del mundo no graba sus entrevistas.Hay algunos como García Marquez que consideran-palabras más o menos- que la grabadora ha echado a perder el periodismo. Algo similar sino falla mi memoria dice Tomás Ely Martínez. Y creo que ni Kapucinsky ni Alma Guillermo Prieto graban a quienes entrevistan para sus reportajes. El grabador, dice el Gabo, deja por fuera muchas cosas. El grabador no siente lo que el reportero ve y percibe que puede estar detrás de unas palabras.
A todo esto hay que añadirle la constatación cotidiana cuando uno hace diarismo que salvo para tener de resplado las declaraciones de un político o para rellenar cuando estos no dicen nada, la grabadora lo que sirve es para hacer más engorroso el trabajo. Pero hablabamos de la entrevista como genero. No como herramienta. Este tipo de entrevistas como bien apunta Miguel Angel Bastenier son una construcción de principio a fin. Uno nunca coloca (o casi nunca) literalmente lo que el entrevistado dijo, a veces nisiquiera lo que a éste se le preguntó. En ocasiones uno une respuestas, elimina repreguntas o parafrasea porque ponerlo literal sería muy extenso.
A lo mejor alguien lee esto y pega un grito en el cielo. PEro es verdad en primer lugar por algo muy simple y es que el lenguaje oral y el escrito son muy distintos. La otra razón es porque las entrevistas tienen desde un principio una orientación un sentido. Las mias, las que hago para el semnanario pretenden generalmente describir más a los personajes que a sus palabras. Sus palabras me sirven en la medida que los reflejan.
En esto de la edición de las entrevistas yo me llevé mi primer sustico cuando entrevisté al Comandante Ariel de las FARC y luego me tocó editar las preguntas y respuestas que le hiciera en las dos páginas que me dieron para publicarla. Cuando mi jefe de redacción me dijo las preguntas están muy largas cortalas...yo me decía pero es que si las corto puede cambar el sentido y si quito esto de su respuesta va a faltar explicación. Pero había que hacerlo. Y lo hice. Y no paso nada.La entrevista recogía el espiritu de la conversación y eso es lo importante. Esa entrevista desde luego la grabé. Así como grabé la reicente que le hice a Teodoro Petkoff. Y la primera ez que me di cuenta de la importancia de tomar apuntes fue por el año 93 cuando entrevisté al grupo de rock Agata.Aquella entrevista nunca se grabó y tuve que repetirla. El lado bueno fue que eso permitió ver de nuevo a JZ por quien entonces yo estaba babeado. Aunque entonces me parecía que ella era mucho mayor que yo. Con los años ya no me pareció tanto. PEro hablbamos de entrevistas.
La entrevista a Nani Montero no la grabé pero quedé bien a gusto con ella Aunque confieso que se me escapó alguna expresión que hubiese estado genial ponerla más textual. PEro por ejemplo la de Enrique Henriquez si que la grabé y estoy seguro que es lo mejor que puede haber hecho. porque me entusiasmaba con la conversación y dejaba de apuntar.
En este experimento que he hecho en los últimos meses aun no llego a ninguna conclusión. Diria que prefiero no grabar pero puede llegar a ser tremandamente útil. También es cierto que hay entrevistados que al ver la grabadora se asustan, cambian y de paso le hablan al grabador en vez de a uno. Eso es fatal y en esos casos el grabador entorpece aunque a veces pueda servir de respaldo.
Un cuento. Me pasó a mi el 13 de abril de 2002. Estaba dentro de miraflores. En la salita que queda al lado del consejo de ministros dónde hay unos muebles y un televisor con DIrectv. Era ya de noche. Y el gobierno de Chávez ya recueraba el poder.Una chica como de mi edad a la que había visto caminar de aquí para allá armada compartía conmigo un sandwich de los que habían quedado por allí de Carmona el breve.Ella me empieza a contar lo cansada que está, los días que lleva sin dormir y yo cometí el peor error de mi vida:saqué el grabador.Ella me dio el sanduche, se paró y se fue. Con ella lo que podría haber sido el cuento de mi vida.
Desde entonces tengo todo tipo de dudas con los granadores.
yo tampoco soy amiga de los grabadores, de hecho pocas veces transcribo entrevistas...
sin embargo, en estos tiempos en que todos se desmienten a sí mismos y terminan echando culpas al periodista es una buena salvaguarda.
Ahora es bien triste que el grabador se convierta en una especie de seguro legal...
Yo grababa las entrevistas, por guardarme las espaldas o, en ocasiones, por comodidad. Pero llegué a la conclusión, después de muchas entrevistas publicadas de 2 a 8 páginas, que lo mejor para atrapar y transmitir la personalidad del entrevistado era no sólo no grabar sino tampoco documentarse demasiado. O documentarse y no utilizar casi nada. No dejarse llevar por los datos, por las entrevistas ya realizadas, no aburrir ni imitar, intentar ser original. Y tanto la grabadora como el exceso de documentación matan la frescura de una entrevista. Pienso yo.
La mejor prueba de ello es el Proyecto Sombra de Juan José Millás, que aparece ocasionalmene en el dominical de El País (ahora ya menos). Estoy seguro de que el escritor sólo toma alguna nota suelta de la persona a la que sigue durante un día o dos, registra un par de frases o tres, pero sobre todo se fija en ideas, detalles, aromas, cosas aparentemente intrascendentes que luego se transforman en la clave del personaje y de la entrevista. Pero eso, claro está, lo hace bien alguien como Millás, o como García Márquez o Tomás Eloy Martínez. Los demás, en cambio, soñamos con esa sencillez y perspicacia literaria (ejem, periodística).
Saludos desde España.
Respuesta con una palabra famosa, siempre mal usada y excusa de masas: depende.... Es absolutamente cierto que cuando se anota se escribe lo realmente importante, lo que parece que serán las grandes citas de la nota. Sin embargo, casi siempre grabo las entrevistas y definitivamente, lo hago porque soy obsesa de las frases textuales. Y que conste que soy de las que piensa que una entrevista es más el ritmo, la escena, el feeling entre el periodista y el entrevistado, la luz y hasta el clima, todas características que no caben en una vulgar cinta o en un archivo de audio. Aunque sigo meditando el cambio de las personas ante el grabador, una forma de solucionarlo es apagarlo y seguir la conversación con alguna otra pregunta... pero eso sólo funciona a veces...
Yo confieso que también era bastante obsesivo con las frases textuales, por eso trato de apuntarlas y cuando se me escapa alguna me fastidia un montón.Pero también lo soy cada vez menos.Quizás porque cada vez son menos las entrevistas que hago que sean solo una pregunta seguida de un respuesta. POngo preguntas y respuestas como no. Pero solo las necesarias.
A los españoles (al menos, a los jefes de diarios) le fascinan esas entrevistas de preguntas y respuestas, por convicción no creo que sean el mejor tipo de entrevistas. Pero definitivamente, una sección de La Vanguardia ha mostrado que lo importante no es la presentación sino el contenido...
A mi me encantan esas entrevistas de la vanguardia...pero tengo serias dudas de que s ehagan con un grabador en mano. Ques ean pura transcripción. A eso es lo que me refiero.
Y lo más importante, te ahorras las pilas.
Vos mismo te respondés... grabaste unas sí y otras no. Sentiste la necesidad en unos y sufriste los defectos en otras.
¿Cuál es el rollo? ¿Crear una disciplina, un método? ¿sistematizarlo?
Pregúntale a Milagros Socorro, que fue acusada de "estirar la tinta", en una entrevista con Vladimir Villegas (cuando era presidente del canal del Estado)... y ni entregando una copia del cassette dejaron de joderla.
En medio de esta "declarocracia", donde se depende de lo que dijo fulano, grabación de por medio. Si es para disfrutarlo, ver a los ojos, bucearte a Nani, pues perfecto... si puedes hacer las dos cosas y conservar el ritmo de la conversa, pues mejor. Estarás hibridando el asunto y tal vez de allí pueda salir el método que tanto sueño te quita.
Por cierto, terminaré escribiendo sobre esto por allá en casa. Un abrazo de Dragnic ayer me bajó a tierra.