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¿En dónde me quedé? Ah sí en la caminata.Luego de Galipán la subida hasta el tanque fue la primera prueba de mi capacidad fisíca.Una pica enmpinada que me pareció interminable y que me hacia ver que aquello no era un paseo para hacer picnic en el campo.

En el tanque nos detuvimos un rato y una de las chicas aprovechó para orinar.Tomamos suficiente agua, miramos un rato el panorama y nuestro guía , nos explicaba como el más de una vez se había quedado a dormir sobre el tanque y las veces que se había bañado allí.
Poco después la primera parada dódne nos esperaba un grupo para unirse a nosotros.Tomaríamos el agua en Lagunazo, el último lugar dónde nos podríamos surtir.El grupo con el que nos habíamos conseguido solo tenían encima potes apra tres litros de agua. nosotros llevabamos más y eso era un peso que se sumaría apartir de alli a la caminata.

El camino era ahora hacia la fila,lugar desde el que se puede ver de un lado Caracas y del otro el mar si no llueve, si no hay niebla, si no hay mucho viento que no fue precisamente nuestro caso. Es caminar justo al filo de la montaña, nada que lo proteja a uno de ninguno de los lados. Puro viento que me hacia pensar que en cualquier momento podíamos salir volando.Algunos momentos todo iba recto y a ratos la cosa era de nuevo empinada.A pleno mediodia no se veía el sol por ningún lado.Y a mi la ruta se me hacia interminable.No era definitivamente el paseo que sirviera para seducir a alguna chica.

En el camino hicimos varias paradas para comer sanduchitos de queso fundido,diablitos o chocolate que nos daban fuerzas para continuar la pesada ruta. El agua se consumía de a poco. Era un bien preciado, escaso y esperabamos que al llegar a Pico Oriental fueramos unas 15 personas. demasiadas para los escasos 20 litros que llevabamos encima.

Por mensajes telefonicos monitoreabamos a unos amigos con los que nos ibamos a conseguir en La Silla.Ellos estaban subiendo por Sabas NIeves una ruta indudablemente más corta que la que haciamos nosotros. Por eso esperabamos que llegaran antes pero no fue así.

Llegar a La silla significó bajar del tope de 2 mil 480 metros que habíamos alcanzado en el Pico Occidental a los 2 mil 350 en los que estaba ubicada.Todo para seguir bajando un poco más por un camino lleno de bambués, para una vez más volver a subir hasta 2 mil 600 metros dónde estaba nuestra meta el pico oriental.

Pero seguiamos en la silla esperando a los amigos que no llegaban.Volviamos a comer,bromeabamos un poco y cada quien hacia algunas llamadas telefonicas que nos recordaban que pese a todo la civilización estaba allí cerquita.

Ahorita mismo se me acaba que decir...la ruta se volvía interminable, la subida a Pico oriental.Cada vez que creíamos estar cerca seguía faltando más. La inercia nos mantenía en camino, el saber que era imposible volver atrás o quedarse en medio de la nada. El chocolate y unas barras de pan eran nuestros aliados.

En el Pico Oriental propiamente dicho no se puede acampar y dónde estaban nuestros amigos con un par de carpas no cabiamos todos. Así que luego de la felicidad de haber llegado, de habernos encontrado, teníamos que subir más.Y en ese momento no sabíamos cuanto.Aunuqe nuestros amigos nos lo dijeran. Nuestros cuerpos apenals alacanzaban a llegar.Eran cerca de las seis de la tarde y recién empezabamos a instalar las carpas para pasar la noche.

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