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0 Comments Escrito por Rodolfo on viernes, febrero 18, 2005 at 12:30 a.m..

"Todo lo que puede salir mal, saldrá mal", dice la Ley de Murphy. Hoy fue uno de esos días. O almenos esta tarde. Son las 12 y 30 del medio dia y me dispongo a ir a almozar. Llamo a casa para avisar que voy saliendo pero nadie atiende. Saco del bolsillo mis ultimos seiscientos bolivares en efectivo para agarrar el carrito. Lo agarro y me conduce hasta a un par de cuadras de mi casa. Cuanod voy subiendo busco las llaves de casa, busco por todo el bolso y nada. Mis llaves no están.Llamode nuevo a casa a ver si hay alkguien ahora y nada. Definitivamente no hay nadie en casa. ME quedo afuera y con hambre. Bajo a la avenida en busca de un cajero, pruebo un par de veces y me dice que tengo la clave equivocada. Miro bien la tarjeta y no es mi tarjeta. Sino la de una compañera de trabajo que me había pedido que le sacara una plata. Ella por lo visto se quedó con la mia. La llamo por telefono para saber dónde está. Necesito la plata para comer.Está en un parque como a ocho cuadras de dónde estoy. Me voy caminando. Llego intercambiamos tarjetas.Antes de decidir que comer pasamos por un cajero. Inteto una vez, intento otra y nada me dice que el cajero no puede procesar mi transacción. Ella me dice que es que marco la clave muy lento. Que la cosa es para gente rápida. Que esos cajeros son una cagada. Casi al lado hay otro banco con otros cajeros.PRuebo un par de veces más y nada. Supongo, suponemos que a lo mejor ella el día anterior cuando tambien intento sacar plata como yo hoy, pues le dio más veces de la cuenta y me suspendieron al tarjeta. Pero como no estamos seguros la prueba fianal: nos vamos a comer al Mc Donalds. Hago mi pedido dos mc menu con refresco y té. Tratan de pasar una vez la tarjeta y nada, vueleven a intentarlo y el cajero me dice ¡ESTA DENEGADA! Así como pa que escuhes los que están enderredor.Así que paga mi compañera de trabajo. Convencidos ya que la tarjeta está por alguna razón suspendida regresamos al trabajo. Y allí descubro que no, que las llaves no las habñia dejado en la oficina. Que todo el tiempo estuvieron en la dimensión desconocida de mi bolso.